Es 15 de mayo de 1963.

Es el día de la final de la Recopa.

Se enfrentan el Atlético de Madrid español y el Totthenam Hotspurs inglés.

Son dos equipos excelentes, llenos de jugadores de gran calidad.

En las filas de los ‘colchoneros’ madrileños destacan el brasileño Ramiro, el argentino Jorge Griffa y el acrobático extremo Enrique Collar, que además es el capitán del equipo.

Enfrente estaba el Totthenam inglés, en aquel momento probablemente el equipo más fuerte de todo el Reino Unido y capaz de ganar sólo dos temporadas antes el famoso “doblete”, es decir, triunfar tanto en la Primera División como en la FA CUP.

El capitán Danny Blanchflower y el delantero Jimmy Greaves son los dos nombres más célebres, aunque no son ni mucho menos los únicos grandes jugadores de los Spurs.

El Atlético de Madrid es el defensor del trofeo, tras derrotar al Fiorentina en la final de la edición anterior.

En resumen, se espera un partido reñido y equilibrado.

No será el caso.

El Totthenam hará literalmente trizas a los ‘Colchoneros’ con un cinco a uno que podría haber sido aún mayor por lo visto sobre el terreno de juego.

Y si el marcador habla de los dobletes de Jimmy Greaves y Terry Dyson, a nadie se le escapa la suntuosa actuación del número 8 de los Spurs, un hombrecillo pelirrojo y de piel blanca que parece estar en todas partes esa noche.

Se llama John White.

Marcó un gol y participó en las acciones de tres de los otros cuatro goles del Totthenam.

‘Era como intentar atrapar una sombra’ es lo que varios jugadores del Atlético dirán de él al final del partido.

En White Hart Lane lo saben muy bien.

Cuerpo técnico, compañeros y aficionados.

Desde que llegó de Escocia en octubre de 1959 se ha convertido en un jugador decisivo.

Defiende, conquista un balón tras otro y luego construye, chuta y corre como un poseso. Y sabe llegar al área de repente, casi sin que nadie se dé cuenta… para marcar goles decisivos.

Le llaman “el fantasma”.

Ha pasado poco más de un año desde la noche mágica de Rotterdam.

Otra temporada ha terminado.

No fue una temporada a la altura de las anteriores.

Un cuarto puesto en la liga y una eliminación inmediata tanto en la Recopa como en la FA CUP no son los resultados esperados por un equipo de la valía del Totthenam.

Pero llega una nueva temporada y los Spurs están ansiosos por volver a hacerse con un trofeo.

Es 21 de julio y John White está en Crews Hill, un complejo de golf del norte de Londres. El golf es una de las grandes pasiones a las que “el fantasma” dedica gran parte de su tiempo libre.

En un momento dado, estalla una violenta tormenta.

White se refugia bajo un árbol junto al green.

Será la peor decisión de su vida.

Y, por desgracia, la última.

Un rayo lo matará en el acto.

Dejará atrás a su joven esposa, Sandra, a Mandy, de dos años, y a Rob, de seis meses.

La gente de Totthenam está consternada e incrédula.

John White tenía 27 años.

John White nació en abril de 1937 en Musselburgh, en el condado escocés de Midlothian.

Su carrera como futbolista comenzó en el pequeño Alloa Athletic. Aquí jugó tres temporadas, destacando por su incombustible energía, una zurda muy educada y una gran visión de juego.

Ya ha desarrollado esa característica especial que le hará ser conocido y temido por sus rivales: la capacidad de introducirse en el área contraria con gran sincronización.

Jugando como centrocampista marcó 26 goles en 68 partidos, pero todo el mundo tiene claro que un jugador de su calidad está destinado a otros escenarios.

Ya se habla de los “grandes” del fútbol escocés, Celtic y Rangers, pero en cambio es el Falkirk quien, pagando más de tres mil libras, se hace con los servicios de White.

Su baja estatura y su aparente fragilidad disuaden a los grandes clubes de dar un paso al lado en el último momento.

No así Andy Beattie, el seleccionador nacional escocés, que en mayo de 1959 hizo debutar a White en un prestigioso amistoso disputado en el Hampden Park de Glasgow contra Alemania Occidental.

El impacto de White es fenomenal.

No sólo marcó uno de sus goles clásicos con un certero zurdazo desde atrás, sino que al final de los noventa minutos fue considerado unánimemente como uno de los mejores jugadores sobre el terreno de juego en la victoria de los escoceses por tres goles a dos.

Compañero de equipo en ese partido es el gran Dave Mackay, uno de los líderes del Totthenam.

Es él quien aconseja encarecidamente al entrenador Bill Nicholson que compre a White para los Spurs.

Nicholson, como muchos otros antes que él, no está del todo convencido.

El menudo físico del joven centrocampista escocés le deja un tanto perplejo.

¿Será capaz de aguantar el ritmo y el poderío físico de los rivales en una liga tan competitiva como la Primera División inglesa?

El caso es que White empieza la nueva temporada todavía en el Falkirk.

En octubre, con motivo del extinto y bonito Torneo Interbritánico, Irlanda del Norte espera a Escocia en el Windsor Park de Belfast.

White ya se había convertido en un titular inamovible para los “blues”.

Escocia ganó aquel partido por cuatro goles a cero.

White marca otro gol, pero esta vez los elogios no vienen sólo de compañeros y aficionados.

Es Danny Blanchflower, capitán de Irlanda del Norte y también jugador de los Spurs.

Insulta personalmente a Nicholson.

“Jefe, Mackay tiene toda la razón. No deje que este tipo se le escape de las manos”.

En este punto Nicholson también está convencido.

Los Spurs desembolsan la friolera de 22.000 libras antes que el Glasgow Rangers, que también está finalmente convencido de las cualidades de White.

White es la última pieza del rompecabezas construido pacientemente por Nicholson.

En aquella temporada 1959-1960, el Totthenam acabó tercero en la liga (a sólo dos puntos del Burnley, que acabaría ganando el título), pero sentó las bases para la siguiente, la del “Doblete” (liga más FA CUP, el primer equipo del siglo en conseguirlo).

Un equipo cuya fuerza residía en el centro del campo.

Una mezcla de técnica, agonismo y flexibilidad táctica.

White, además de suministrar valiosas asistencias al delantero centro Bobby Smith, marcó trece goles en liga… muchos de ellos “materializados” de repente en el área contraria.

En las temporadas siguientes llegaría una semifinal de la Copa de Campeones (perdida ante el Benfica de la ‘pantera negra’ Eusebio) otra de la FA Cup en mayo de 1962 y el triunfo, relatado al principio, en la Recopa de 1963, el primer triunfo británico en una competición europea de clubes.

Cuando murió, a los veintisiete años, John estaba probablemente en la cima de su carrera.

La noticia fue un duro golpe para el Totthenam y sus seguidores.

Hubo muchos que dijeron entonces que “la muerte de White para nosotros, los seguidores de los Spurs, era comparable a la de J.F. Kennedy para los estadounidenses”. No hay nadie que pueda olvidar dónde estaba o qué estaba haciendo cuando llegó la noticia del fallecimiento de nuestro querido ‘fantasma’…”

ANÉCDOTAS Y TRIVIALIDADES

Bill Nicholson, antes de decidirse a comprar a John White y evidentemente sin estar aún plenamente convencido de las referencias de Mackay y Blanchflower, llegó a ponerse en contacto con las fuerzas armadas escocesas, donde White había prestado servicio militar.

Al conocer la noticia de que White había sido campeón de campo a través durante su estancia en el ejército, Nicholson también quedó finalmente convencido de las cualidades físicas del pequeño centrocampista escocés.

De fragilidad, Withe sólo tenía la apariencia.

A su llegada a Londres, John tiene dificultades para instalarse. Echa de menos su hogar y los espacios de su Escocia natal. Entonces conoce a Sandra, la hija de un entrenador de Nicholson.

Se enamora de ella y en año y medio nacen Mandy y Rob, y White se convertirá en indispensable en el once de Bill Nicholson.

Probablemente la descripción más completa de las cualidades de White es la que hace Danny Blanchflower, capitán del Totthenam en aquellos años.

Aparecía y desaparecía cuando quería. Era tan rápido que parecía invisible. A veces tenías la sensación de que no estaba allí, pero en realidad siempre estaba”. Para ayudar a un compañero en apuros, para estar disponible cuando no sabías a quién darle el balón o para pasarlo con precisión a un compañero en mejor posición”.

Poco antes de su muerte y tras esa última temporada que no estuvo a la altura de las anteriores, fue el propio Bill Nicholson en una entrevista quien destacó la importancia decisiva de White en su Totthenam.

“Muchos jugadores han llegado ya al final de sus carreras y es hora de pensar en renovar el equipo. Afortunadamente está John, que se encuentra en el mejor momento de su carrera. A su alrededor construiremos un nuevo Totthenam Hotspurs ganador”.

Existe una reconstrucción precisa de lo que ocurrió aquel día de julio en que John White perdió la vida.

Aquel 21 de julio era el primer día de preparación del Totthenam de cara a la nueva temporada.

La sesión fue intensa, pero no faltó la clásica alegría del primer día tras las vacaciones de verano.

Después del entrenamiento, John White desafía a su amigo Terry Medwin a un partido de tenis. Medwin se ha recuperado de una lesión y está trabajando duro para volver al equipo. Para White y su infinita vitalidad es pan comido. Una vez terminado el partido y aún no satisfecho con la actividad física de ese intenso día, el escocés busca a alguien para un desafío en un campo de golf.

No encuentra a nadie dispuesto a acompañarle.

Entre otras cosas, porque mientras tanto el cielo se había oscurecido y amenazaba lluvia.

White no se rinde. Coge su bolsa de palos y bolas y se dirige a Crews Hill… donde un rayo acabará con su vida.

Hace unos años, su hijo Rob escribió una conmovedora biografía de White con el apoyo de Julie Welch, periodista del Observer y seguidora de los Spurs.

También se hizo una película a partir de la biografía.

Rob, que sólo tenía seis meses cuando murió su padre, relata con gran detalle la “búsqueda” que hizo para comprender quién era su padre.

“Me pasé la infancia dando pena. Cuando sabían quién era siempre había un abrazo o una palmadita en la espalda”, recuerda Rob, “era algo que no entendía y me molestaba profundamente. Luego estaba el consuelo de los antiguos compañeros de equipo de mi padre. Dave Mackay, por ejemplo, siempre me llevaba con él, incluso al vestuario el día del partido, y esos son grandes recuerdos para un niño”.

También en el libro Rob Smith relata cuando, ya adulto y abonado de toda la vida de los Spurs, su vecino de asiento en White Hart Lane descubrió que era hijo de John Withe.

“Se enfadó mucho. Me dijo que se sentía traicionado. En cambio, lo mío era pura modestia…”.

De nuevo en la biografía de John Withe, su hijo Rob nos cuenta muy sinceramente que “también era importante saber que mi padre distaba mucho de ser perfecto, como habían intentado hacerme creer en mi infancia. Cuando llegó a Inglaterra, por ejemplo, ya se había casado y también había tenido un hijo… al que nunca reconoció y sólo supo quién era su padre cuando era adolescente”.

A lo largo de los años se han hecho varias comparaciones entre John Withe y los posteriores grandes de Totthenam.

Glenn Hoddle es una de las más frecuentes, aunque son muchos los que señalan que ‘a Hoddle había que pasarle el balón y entonces se le ocurrían grandes jugadas. John Withe, el balón, iba a buscarlo él mismo’.

Muchos han comparado recientemente a Withe con Luka Modric, tanto por su estilo de juego como por su parecido físico.

Es su propio hijo Rob quien cuenta haber hablado de él al gran Jimmy Greaves, también compañero de equipo de su padre.

“Sí, efectivamente se parece a él. Pero créeme Rob… tu padre era mucho, mucho más fuerte”.

Por último, un dato que, como suelen hacer los números, sirve más que muchas palabras.

En sus cinco temporadas en el Totthenam Hotspurs John Withe estuvo ausente en quince partidos.

De esos quince partidos los Spurs sólo ganaron uno …

… parece que hasta el día de hoy los aficionados más veteranos de White Hart Lane cada vez que el cielo se oscurece y amenaza lluvia dicen ‘Ahí viene. Fantasma viene a echarnos una mano …”.