“Sólo yo lo creía. Parecía que nadie más podía ver en mí lo que yo sabía que tenía.

Hice tantas audiciones, llamé a tantas puertas, hablé con tantos entrenadores y managers.

“Eres pequeño y si tu cuerpo no te apoya, o tienes una técnica superior o eres un jugador más”.

Esa fue la cortés respuesta con la que me despidieron todos los equipos más importantes de Río de Janeiro.

Incluido “mi” Vasco de Gama.

En mi casa no había un solo miembro de la familia que no apoyara a los bianconeri.

Mi padre me hablaba de Roberto Dinamite y de lo maravilloso que era en aquella época ir al Maracaná cuando jugaba.

No tuve tiempo de verlo en acción. Pero sí tuve tiempo de ver a Romario.

Soñaba con llegar a ser como él y con jugar algún día en el centro del ataque del ‘Gigante de Colina’.

Pero la realidad era otra.

Y completamente distinta.

Después de tantos “noes”, sólo me quedaba una alternativa: empezar desde abajo, marcar muchos goles y demostrar que todos se equivocaban conmigo.

Así que empecé a jugar en el CBF Nova Kennedy y luego pasé al equipo juvenil del Bangu, el equipo de mi barrio.

Desde luego, no era un equipo de primera, sino todo lo contrario.

Las cosas no querían ‘despegar’ como yo pretendía y esperaba. Siempre había algún entrenador al que no le gustaba mi estilo de juego e incluso en el Bangu acababa a menudo en el banquillo.

Pero un día todo cambió.

Acababa de jugar un partido y me estaba cambiando en el vestuario. Uno de los directivos de mi club se me acercó y me dijo que fuera había un ojeador de un equipo extranjero “que quiere hablar contigo”.

Yo sabía con absoluta certeza que ese señor no sería del Barcelona ni de la Juventus, pero sinceramente pensaba en algún equipo uruguayo o tal vez mexicano.

Cuando le conocí y me dijo que venía de parte del Dinamo de Zagreb pensé inmediatamente que era una broma.

¿El Dinamo de Zagreb? Nunca había oído hablar de ese equipo y, sobre todo… ¿dónde hay una ciudad llamada “Zagreb”?

Creo que aquel emisario vio fácilmente la decepción que se pintó en mi cara, pero no cedió ni un ápice.

“Te queremos con nosotros. Tu estilo de juego es perfecto para el fútbol que se practica en Croacia” y añadió que tendría un piso y dinero para vivir decentemente.

Ya era mucho más de lo que tenía en Brasil.

La determinación del hombre era tal que me dijo que también se llevarían conmigo a uno de mis compañeros, Leandro.

Así te será más fácil instalarte con un amigo a tu lado”, me explicó el tipo.

¿Qué tenía que perder?

No había nadie en Brasil que me diera esa oportunidad.

Más me valía intentarlo… aunque no supiera dónde estaba Zagreb…

Cuando Eduardo Da Silva, alias “Dudu”, deja Brasil por Zagreb sólo tiene 16 años.

El cambio es radical.

Y traumático.

Del sol de Río a la nieve y el frío del invierno croata.

Los primeros meses serán, como suele contar el delantero nacido en Río de Janeiro en febrero de 1983, terribles.

Lo serán aún más cuando su amigo y compañero de aventuras Leandro levante la bandera blanca y regrese a Brasil.

Eduardo, en cambio, no tiene intención de rendirse.

Quiere jugar al fútbol y quiere que el fútbol se convierta en su profesión.

Es lo único que le interesa.

Y mientras tanto, en el equipo juvenil del Dinamo, marca muchos goles.

Las cualidades están ahí y parece estar listo para su debut en el primer equipo, que tuvo lugar cuando sólo tenía 18 años, durante la temporada 2001-2002.

Pero necesita jugar con continuidad y hay que ver cómo se desenvuelve jugando “entre hombres”, ya no con chavales de las categorías inferiores.

En la temporada siguiente, fue cedido al Inter Zapresic, un equipo de la división cadete.

Diez goles en quince partidos certifican inequívocamente que “Dudu” está más que preparado para el Dinamo y la primera división croata.

Sólo hacen falta unos meses para que se convierta en el ídolo de la afición de “Modri”, uno de los apodos del equipo de Zagreb.

El entusiasmo por él es tal que Eduardo decide incluso adoptar la nacionalidad croata.

Un importante gesto de gratitud hacia el país que le acogió y le dio por primera vez la oportunidad de realizar su sueño.

Poco después debuta con la selección sub-21, donde marca con una regularidad impresionante: 8 goles en 12 partidos es una importante tarjeta de presentación y Zlatko Kranjcar no duda en hacerlo debutar con la selección absoluta en un partido amistoso contra Eire en noviembre de 2004.

El Dinamo de Zagreb, gracias a los goles de Eduardo, se convirtió en el equipo más fuerte de la liga, que los “azules” ganarían durante dos temporadas consecutivas, en 2005-2006 y 2006-2007.

En esta última temporada, la consagración de Eduardo es definitiva.

Marcó 34 goles en 32 partidos de liga, pero sería unos meses más tarde cuando la carrera de Eduardo daría su giro más importante.

El 3 de julio de 2007, el Arsenal de Londres desembolsó casi 8 millones de libras para hacerse con los servicios del delantero croata.

Arsène Wenger no había olvidado la excelente actuación de Eduardo durante el partido de Liga de Campeones de la temporada anterior disputado por los Gunners contra el Dinamo.

Hizo seguir al chico y tras la sensacional temporada cerrada por ‘Dudu’ con 47 goles en 47 partidos oficiales para el técnico alsaciano existe la necesidad de moverse rápido y sin demora.

Eduardo es en principio la primera alternativa a la pareja atacante formada por Emmanuel Adebayor y Robin Van Persie, pero cada vez que encuentra hueco destaca por sus cualidades goleadoras y su capacidad para moverse por todo el frente del ataque, evitando dar referencias a los defensas contrarios.

Una lesión de Robin Van Persie le abrió las puertas del once de Arsène Wenger.

Eduardo da Silva respondió a lo grande. Marca y marca.

Tras la victoria en casa contra el Blackburn, los Gunners se afianzan en el primer puesto de la clasificación, con cinco puntos de ventaja sobre el acérrimo rival de Alex Ferguson, el Manchester United.

Es 23 de febrero de 2008.

El Arsenal juega en Birmingham contra los “Blues” locales.

Han transcurrido menos de dos minutos de juego. Eduardo da Silva recibe el balón en la línea de tres cuartos de campo del Birmingham. Está de espaldas a la portería, pero con un toque muy delicado se gira y apunta a la defensa rival.

Al hacerlo, estira un poco el balón, lo que invita al defensa central del Birmingham Martin Taylor a realizar una entrada. Su intervención es torpe, desgarbada y fuera de tiempo. Eduardo toca el balón, anticipándose a Taylor, que para entonces ya está a 30 centímetros del suelo.

No es sólo “completamente fuera de tiempo”, como intentó justificar el entrenador de los Blues, Alex Mc Leish, al final del partido. Es una entrada violenta, injustificable y estúpida.

Eduardo permanece en el suelo, gritando de dolor. Sus compañeros del Arsenal se dividen en dos bandos. Un bando rodea a Taylor gritándole. El otro lado va a ayudar a Eduardo.

El primero en darse cuenta de la situación es Cesc Fábregas.

Se lleva las manos a los ojos para evitar ver lo que tiene delante.

Hleb, el centrocampista bielorruso de los Gunners, se las lleva a la boca, como hacen los niños cuando se asustan.

Tiene el peroné y el tobillo rotos. El pie “cuelga” de forma antinatural.

El director de Sky y el comentarista del partido, Jonathan Pearce, SE NIEGAN a emitir la repetición de esa entrada criminal. Las imágenes son demasiado crudas.

Eduardo abandonará el terreno de juego en camilla más de siete minutos después y con una máscara de oxígeno en la cara para evitar que pierda el conocimiento.

Al final del partido, un periodista preguntará a Wenger si “¿Podemos hablar de un final de temporada para Eduardo?”.

La respuesta de Wenger es una mezcla de rabia y lástima. “Para Eduardo hoy podría ser el fin de su carrera”.

Wenger pedirá incluso que Taylor sea inhabilitado de por vida.

Las primeras conclusiones de los médicos no son reconfortantes.

Para que el pie izquierdo de Eduardo recupere la estabilidad hará falta más de una operación y, sobre todo, mucho, mucho tiempo.

Esperemos que todo sirva de algo.

Sólo hay un detalle: Eduardo no quiere ni plantearse “dejarlo”.

Después de todo, ¿qué puede temer alguien que, a los 16 años, deja su país y su familia para trasladarse a miles de kilómetros y a un país del que ni siquiera había oído hablar para perseguir su sueño?

Una vez más, tendrá razón.

Pasará exactamente un año antes de que Eduardo vuelva a los terrenos de juego en un partido oficial.

Ocurrirá el 16 de febrero de 2009, en un partido de la FA CUP que el Arsenal disputará contra el Cardiff.

Eduardo marcaría dos goles en el 4-0 final.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

El comienzo en Zagreb fue muy duro para Eduardo. La única forma de mantenerse en contacto con su familia era por teléfono, pero el coste era tal que “Dudu” apenas podía permitirse llamar a casa más de una vez a la semana. Pero tal era su determinación que incluso llegó a ocultar una microfractura en un hueso del pie por miedo a ser expulsado del equipo juvenil del Dinamo, donde se había ganado la titularidad a base de goles.

En aquel Dinamo de Zagreb le acompañaba Luka Modric, el potente centrocampista que ahora milita en el Real Madrid. Fue esencialmente gracias a ellos que el Dinamo de Zagreb consiguió volver a la cima del fútbol croata tras varias temporadas de dominio de su acérrimo rival, el Hajduk Split.

En uno de sus últimos partidos con el Dinamo, Eduardo marcó un triplete en un partido contra el Hajduk, convirtiéndose en el primer jugador de la historia en lograr esta hazaña… y haciéndole perdurar para siempre en la memoria y el corazón de sus seguidores.

No hay nadie en el Arsenal que no esté absolutamente convencido de que la lesión de Eduardo contra el Birmingham costó el título a los Gunners.

Con cinco puntos de ventaja a falta de 12 jornadas, los del norte de Londres prácticamente habían hipotecado el título.

Después de aquel maldito 23 de febrero, día de la trágica lesión de Eduardo, en los ocho partidos siguientes sólo una victoria fue para el Arsenal, la conseguida contra el Bolton el 29 de marzo. Para los Gunners sólo un tercer puesto, por detrás del Manchester United y el Chelsea.

En el momento de su lesión, Eduardo era titular inamovible en la Croacia de Slaven Bilic, recién clasificada para la fase final de la Eurocopa, y sus goles (10 en 12 partidos de clasificación) fueron cruciales para ayudarles a destacar en un grupo de clasificación en el que también estaban Rusia e Inglaterra.

En julio de 2010, Eduardo fichó por el Shakhtar Donetsk. Por desgracia, está claro que, aunque sólo tiene 27 años, Eduardo, aunque sigue siendo un excelente delantero, ya no es el futbolista que era antes de la lesión. Su promedio goleador desciende notablemente, aunque sigue rindiendo a buen nivel. En octubre de ese año, el Shakhtar jugó un importante partido de Liga de Campeones contra el Arsenal.

Eduardo estaba en el banquillo y no entró hasta la segunda parte, con el marcador ya 3-0 a favor de los Gunners. Sin embargo, fue él quien marcó el gol insignia del conjunto ucraniano en el 5-1 final.

El bombardero croata vivirá dos momentos inolvidables en este partido.

La ovación del público del Emirates cuando entró en el campo y el largo e interminable aplauso de los seguidores de los Gunners cuando Eduardo marcó el gol contra sus antiguos compañeros.

En 2014, Eduardo da Silva hará realidad otro de sus sueños: jugar en uno de los grandes equipos de Río de Janeiro. Por desgracia para él, no con su querido Vasco de Gama, sino con el gran rival rossonero, el Flamengo. Será una temporada más que decente la que cierre ‘Dudu’ con 10 goles en 27 partidos de liga antes de regresar a Ucrania con el Shakhtar.

La temporada 2015-2016 será el ‘canto del cisne’ para el delantero croata.

12 goles en 19 partidos y, sobre todo, muchas actuaciones de alto nivel le valieron el título de ‘Jugador del Año’ de la liga ucraniana.

Por último, un dato importante que define mejor que muchas palabras la importancia de este jugador para el fútbol croata, que lo ha adoptado y le ha dado visibilidad internacional. Eduardo, con sus 29 goles, es el tercer mejor goleador de la historia de la joven selección croata, sólo por detrás de Mario Manduzikic (33 goles) y del inalcanzable Davor Suker, autor de 45 goles con la selección rojiblanca.

… y quién sabe cuántos habrían sido de no haberse encontrado con Martin Taylor en su camino …