“No fue nada fácil.

Hasta aquel maravilloso día de marzo de 2004 en el que nuestro entrenador de entonces, Joaquín Caparrós, decidió que estaba preparado para debutar en la liga.

Me costó más de dos años de trafilament en el segundo equipo del Sevilla y mucho tesón antes de llegar donde estoy ahora: en el once titular y en la selección española.

No soy precisamente el futbolista con más talento.

Vale, tengo una buena zurda, una buena técnica, puedo saltar por encima de un rival en los regates y puedo centrar.

Pero no soy David Silva ni Antonio Reyes.

Tuve que luchar, sacrificarme y poner el alma en cada entrenamiento para llegar al primer equipo.

El club, para darme experiencia, intentó varias veces ofrecerme soluciones en Segunda o incluso en equipos de menor nivel en Primera.

Nunca quise saberlo.

Nací en Sevilla, en el Barrio del Nervión, siempre he apoyado a Sevilla.

Aquí crecí y aquí, sólo aquí, quiero jugar.

En la cantera jugué al lado de chicos maravillosos (y grandes futbolistas) como Sergio Ramos, Sergio Navas, Alejandro Alfaro y mi buen amigo Kepa Blanco, y todos juntos encontramos nuestro lugar en el fútbol que cuenta.

Entonces llegó ESA noche.

27 de abril de 2006.

En el Sánchez Pizjuán jugamos contra el Schalke 04.

Es la semifinal de la Copa de la Uefa.

En el partido de ida arrancamos un empate 0-0 que no nos hizo sentir nada cómodos.

Estoy en el banquillo.

El partido no se desbloquea. Estos alemanes son duros, organizados y tienen un par de jugadores muy buenos.

En un momento dado me llama Juande Ramos. Ya he estado calentando en la banda durante unos buenos veinte minutos.

“Vamos Antonio, entra en el campo. Manténgase “abierto” en el flanco izquierdo y bombardee la defensa alemana con centros”.

Eso es lo que me dijo nuestro entrenador.

Y cuando ese balón llegó desde la banda contraria en la prórroga, no me lo pensé dos veces; una volea con la zurda con el balón “girando” lo justo para entrar a cinco centímetros del poste contrario.

El estadio se vino abajo.

En ese preciso instante me di cuenta de que yo también me había convertido en una pieza de la historia de mi querido club.

Es el 25 de agosto de 2007.

Jugamos en el Sánchez Pizjuán de Sevilla.

Llevamos casi media hora de la primera parte del partido entre los anfitriones Sevilla y Getafe.

Es el primer partido de la nueva temporada de La Liga.

El inicio es favorable a los invitados que encuentran el gol a los dos minutos de juego.

El Sevilla queda conmocionado durante unos minutos por este frío gol.

Pero luego empezó a moler el juego, sobre todo por las bandas, donde Navas por la derecha y la pareja Capel-Puerta por la izquierda empezaban a producir juego y suministros para la pareja de atacantes Kanoutè y Luis Fabiano.

Sin embargo, poco antes de la media hora, ocurre algo extraño… algo inicialmente apenas descifrable.

Una jugada del Getafe acabó en empate y Antonio Puerta, que había estado siguiendo y controlando la acción, cabeceó el balón hacia abajo.

De repente, Antonio se detiene y permanece unos segundos agachado, como si quisiera recuperar el aliento tras una larga carrera.

Un instante después cae al suelo, con el cuerpo hacia delante.

Todo el mundo se da cuenta inmediatamente de que algo va mal.

Dragutinovic corre hacia Antonio y él y el portero Palop son los primeros en ayudarle.

Puerta ha perdido el conocimiento y corre peligro de asfixia.

Dragutinovic consigue sacar la lengua.

Son momentos de gran emoción… y de miedo.

Llega el médico del Sevilla.

Antonio recupera la conciencia, se sienta e incluso consigue decir algunas palabras.

Los compañeros, los rivales y los 40.000 asistentes al Sánchez Pizjuán respiran aliviados.

¡Por un momento incluso parece que Antonio quiere volver a jugar!

El médico y los compañeros le disuaden.

Antonio es decidido y obstinado.

Siempre lo ha sido.

Como cuando siguió rechazando ofertas de cesión de decenas de otros clubes de la Liga.

“De ninguna manera”, respondió.

“Me quedo aquí para luchar por un puesto en el que es el único equipo en el que he soñado jugar: el Sevilla F.C.”.

Tan decidido y obstinado que quería salir del campo por su propio pie a toda costa.

El público del Sánchez Pizjuán, cálido y competente, le ovacionó.

Antonio es un chico de la ‘Cantera’ y en España, para gente como él, el cariño de la afición es algo especial, algo diferente.

Le saludan y le aplauden.

Todo el mundo está de pie.

Antonio levanta una mano para devolver el saludo… incluso esboza una sonrisa y luego atraviesa el subterráneo hacia los vestuarios.

… La afición del Sevilla no lo volverá a ver.

Cuando lleguen al vestuario, se sentarán en un banco y a Antonio le darán no menos de cinco infartos consecutivos.

Con un desfibrilador consiguen mantenerlo con vida hasta que llega la ambulancia.

A continuación, la carrera hacia el ‘Virgen del Rocío’, el hospital de la ciudad.

Los infartos se suceden, sin interrupción.

Antonio es decidido y obstinado.

Siempre lo ha sido.

Como cuando se rompió el menisco a los diez minutos de debutar con el segundo equipo del Sevilla.

Volveré más fuerte y más decidido que antes”, dijo mientras lo sacaban del campo.

Y así lo hizo.

Su estado, sin embargo, es desesperado.

Antonio Puerta siguió luchando con fuerza durante casi tres días.

Antes de rendirse, a las 14.30 horas del 28 de agosto de 2007, cuando el oxígeno finalmente dejó de llegar a su cerebro.

Antonio Puerta tenía 22 años.

… el 21 de octubre de ese mismo año, ni siquiera dos meses después de su muerte, nació Aitor, su hijo mayor.

Antonio Puerta, “el hombre de la zurda de diamante”, había debutado el otoño anterior con la selección española de Luis Aragonés y seguramente se convertiría en parte integrante de los éxitos de las “furias rojas” en los años venideros.

Un extremo izquierdo o un lateral, del tipo que puede saltar por encima de un hombre, puede centrar y puede subir y bajar por la banda docenas y docenas de veces por partido.

Pero también capaz de defender, presionar y luchar. “Un ganador nato”, lo describiría Joaquín Caparrós, el entrenador que lo hizo debutar en marzo de 2004 en un partido de Liga contra el Málaga.

Su llegada permitió al Sevilla deshacerse del otro extremo izquierdo muy querido “producto de la casa”, Juan Antonio Reyes, que a principios de 2004 se fue al Arsenal inglés por la entonces considerable suma de 35 millones de euros.

Puerta se afirmó definitivamente en la temporada 2005-2006 y fue uno de sus goles en la semifinal de la Europa League el que permitió al club andaluz clasificarse para la primera final europea de su historia, que ganó de forma clara y autorizada ante el Middlesbrough inglés.

En la temporada siguiente, el Sevilla se confirmó al más alto nivel.

El equipo luchó hasta el final en los tres frentes: Liga, Europa League y Copa del Rey.

Consiguió ganar las dos Copas y terminó el Campeonato en 3ª posición después de ser líder durante varias jornadas, algo que no ocurría en el Sevilla desde hacía más de 60 años.

Antonio es un peón clave en el tablero de Juande Ramos y sus actuaciones no tardan en alertar a los ojeadores de los grandes equipos del continente.

Se habla del Arsenal, del Manchester United y, sobre todo, del Real Madrid, que hace tiempo que tiene los ojos puestos en Antonio para cubrir la banda izquierda huérfana de Roberto Carlos.

Puerta, por su parte, renueva su contrato con el Sevilla.

Durante cinco años. No puede haber una prueba más tangible de la conexión de Antonio con el Sevilla F.C..

Ya es uno de los líderes del vestuario.

El primero en llegar al campo de entrenamiento, el primero en animar a un compañero en dificultades, el primero en llenar de alegría el vestuario con sus bromas y canciones.

Su disponibilidad con la afición es recordada aún hoy por todas las ‘hinchas’ del Sevilla.

Autógrafos, fotos y disponibilidad total. Muchos recuerdan las innumerables veces que llevaba a los aficionados a la vuelta del entrenamiento… cuando para los futbolistas de hoy en día “el coche de uno” cuenta casi más que la mujer de uno…

De él quedan dos maravillosos homenajes.

La primera es una estatua cerca del Sánchez Pizjuán que representa a Antonio y que se erigió en su honor en abril de 2010, exactamente cuatro años después de su histórico gol al Schalke 04, con una inscripción en el zócalo:

“Tu disparo de zurda nos dio un sueño que cambió nuestras vidas, dando inicio en ese momento a uno de los períodos más gloriosos de la historia de nuestro querido club. Gracias Antonio’.

Pero todavía hay algo mejor, más tangible y conmovedor…

En todos los partidos del Sevilla, en el minuto 16, el número de la camiseta de Antonio, todo el público se pone en pie, aplaudiendo y coreando su nombre.

Así, todo niño que entre por primera vez en ese magnífico estadio preguntará a su padre “¿Quién era Antonio Puerta?” …

¿Conoces una forma mejor de transmitir una leyenda?

Extracto de http://www.urbone.eu/obchod/storie-maledette

NOTA DEL AUTOR

La primera parte, escrita en primera persona, pretende ser un testimonio de afecto hacia un jugador al que tanto quería y estimaba. No hay intención de herir la sensibilidad de nadie. Es un gesto de amor hacia este buen y desafortunado muchacho.

Remo Gandolfi