“La enfermera continúa sin inmutarse pegando recortes de periódicos en las paredes de mi habitación. En algunos sólo hay palabras, mientras que en otros hay fotografías.

Hay hombres en pantalones cortos y casi siempre hay un balón de fútbol en la imagen.

En muchos de ellos está mi nombre.

Heleno de Freitas.

Esta mañana ha adjuntado una en la que aparece un niño negro que es llevado en volandas por otros jugadores.

Está llorando.

Me pregunto por qué.

Todos los demás se ríen y parecen felices.

Sobre la foto hay una inscripción: “Campeones del mundo. Por fin”.

¿Será por eso que anoche aquí en el hospital hubo todo ese ruido?

La gente grita de alegría, baila y canta.

Esas fotos y esas crónicas acabarán como todas las demás.

Los romperé y los tiraré a la basura.

Le pedí a la enfermera que pusiera fotos de mujeres, tal vez bailarinas con hermosas piernas y prósperos pechos.

Se rió.

No entiendo por qué. ¿Qué puede importarme ver a hombres en ropa interior dando patadas a un balón?

Explica que es lo que solía hacer.

También dice que fui bueno, el mejor de todos.

Y que no eran sólo hombres los que venían a verme tocar.

También vinieron muchas mujeres… ‘porque tú Heleno eras un hombre guapo’.

No recuerdo nada.

Eso y todo lo demás.

…pero las fotos con las bailarinas podrías ponerlas de todos modos…”

Es el 30 de junio de 1958.

Brasil acaba de ganar su primer título de la Copa del Mundo.

Heleno de Freitas, una de las mayores estrellas de la historia del fútbol brasileño, ni siquiera se da cuenta de lo que ha pasado.

La sífilis, que le afectó varios años antes, ha minado irremediablemente sus capacidades cognitivas.

Ya no recuerda nada.

Al año siguiente, con sólo 39 años, el “Rodolfo Valentino” del fútbol brasileño, murió en una clínica de salud mental de Barbacena, una pequeña ciudad del estado brasileño de Minas Geiras.

La de Heleno de Freitas no es la clásica historia del fenómeno brasileño que sale de la miseria de las “favelas” de Río o São Paulo o de la desolación del campo interior del país.

Heleno de Freitas es hijo de una familia adinerada de São João Nepomuceno, una ciudad del estado de Minas Geiras donde su padre posee una plantación de café.

A los doce años, poco después de la muerte de su padre, se trasladó con su familia a Río de Janeiro.

La idea de la familia es iniciar los estudios del chico, con un futuro como abogado. Heleno asiste al internado católico Colégio São Bento y se licencia en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Facultad de Derecho de Río de Janeiro.

Sin embargo, Heleno no tiene intención de pasarse la vida en los juzgados de Río.

Le encanta “vivir”. En casa no falta dinero y Río ofrece a un chico de su edad infinitas posibilidades de diversión y placer.

La mayor parte del tiempo de Heleno lo pasa de día en la playa de Copacabana. De día, con un balón entre los pies en los interminables torneos locales de aficionados, y por las noches en los clubes nocturnos y restaurantes, persiguiendo “placeres” de diversa índole, ya sean sexuales, alcohólicos o con las drogas con las que empezó a experimentar desde muy joven.

Sin embargo, con el balón, sabe muy bien lo que hace.

En ese momento, le encanta actuar en la playa, mostrando sus habilidades.

Uno de sus “ejercicios” favoritos es regatear con cualquier cosa esférica que encuentre. Sus números con naranjas son uno de los principales atractivos.

Cada vez son más las personas que acuden a ver en acción a este joven moreno de rasgos delicados que hace vibrar los corazones de las jóvenes de Río.

Los primeros en darse cuenta de su talento son los directivos del Botafogo.

Es el famoso Neném Prancha quien lo lleva al equipo juvenil de la ‘Estrela Solitaria’.

Mientras tanto, tras comenzar su carrera como centrocampista defensivo, se convirtió en un delantero letal, pero con características muy particulares para la época. De hecho, a De Freitas no le gusta quedarse cerca del área, sino que a menudo se echa atrás para recibir el balón en el centro del campo y luego arranca con el balón en el pie o en diálogo con sus compañeros.

Rápidamente se convirtió en el ídolo absoluto de la torcida del Botafogo y su fama no se limitó al rectángulo verde.

Su atractivo, unido a la popularidad que ha alcanzado, le convierte pronto en una auténtica estrella mediática.

Está encantado con su nuevo estatus y empieza a disfrutar de todas las oportunidades que conlleva.

Es el invitado más solicitado en las fiestas de Río, sus coqueteos con actrices y coristas llenan las crónicas de la vida nocturna de la ciudad.

Sin embargo, el alcohol y su pasión por el éter, una droga muy popular en la época, le llevan pronto a perder el control.

Los primeros en sufrirlo son sus compañeros del Botafogo, contra los que de Freitas arremete cada vez que el resultado no está a la altura de las expectativas.

Sus rabietas de estrella, sus actitudes de prima donna y sus cambios de humor se soportan al principio, tanto por su corta edad como, sobre todo, por el hecho de que, con sus goles y actuaciones, el Botafogo vuelve por fin a la cima de la liga.

Tras los cuatro triunfos consecutivos entre 1932 y 1935 llegaron temporadas de vacas flacas, pero con De Freitas en el centro del ataque el Botafogo volvió a luchar por el título ‘carioca’.

Entre 1941 y 1947, el Botafogo siempre acabó entre los tres primeros, pero no consiguió ganar el título.

La frustración de De Freitas aumentó.

En 1942 llegó una de las mayores decepciones de su carrera futbolística. El conflicto mundial que había estallado en los años anteriores obligó a las autoridades futbolísticas a aplazar ocho años el Mundial para el que Brasil había presentado su candidatura.

Para De Freitas es una gran decepción.

Está jugando el mejor fútbol de su carrera y ese es el escaparate que ha estado esperando: jugar de delantero centro en el Brasil que podría haber ganado el primer título de su historia.

No será así.

Heleno sigue marcando avalanchas de goles con el Botafogo y viviendo a tope las noches de Río.

En ese momento es indiscutiblemente el delantero más fuerte del país.

Nunca habrá un Mundial (la FIFA se verá obligada a cancelar también el de 1946) que le dé la ansiada celebridad, y ésta seguirá siendo una de las grandes preocupaciones de Heleno.

Sin embargo, en el Botafogo, tras un nuevo campeonato desvanecido por los pelos, están hartos de él. Peleas constantes con todo el mundo, escenas increíbles por un pase erróneo y, además, su cada vez más “intrusiva” vida nocturna que le hará faltar cada vez más a los entrenamientos (“no necesito entrenar, qué cuenta hago en el partido”) serán la justificación de Heleno.

El apodo de ‘Gilda’, acuñado por la ‘torcida’ fluminense para provocarle (Gilda en referencia a la gran Rita Hayworth y su famosa actuación… tan atractiva como malhumorada) se le ha pegado ahora. En 1948 llega lo que podría ser el punto de inflexión en la turbulenta carrera de Heleno: el Boca Juniors de Buenos Aires hace una oferta descabellada por Heleno.

El presidente de la “Estrela Solitaria”, Carlito Rocha, intenta resistirse a la oferta del club de la Bombonera, pero la suma es demasiado alta para ser rechazada.

Heleno se traslada a Argentina.

Y todo, pero realmente todo, sigue como antes.

En la cancha siempre juega al más alto nivel, marca dos goles en su debut ante Banfield y se convierte inmediatamente en un ídolo de la gente de Boca.

Fuera de los terrenos de juego se convirtió en el rey de las noches porteñas, cortejado por las mujeres más bellas de la capital argentina y el hombre más solicitado en las discotecas y clubes “in” de la ciudad.

Sin embargo, su actitud en el campo también sigue siendo la misma. Cada error es para Heleno una fuente de ira y frustración hacia su desafortunado compañero de equipo, y sus furiosas peleas son cada vez más frecuentes.

En Argentina no tienen la misma paciencia que el Botafogo.

No en vano, tras un excelente comienzo, sus actuaciones bajan de nivel.

Boca lo dejó sin demasiados remordimientos y para De Freitas se vislumbra el regreso a su tierra.

Mientras tanto, se acercaba el Mundial de 1950, que se disputaría en Brasil.

La oportunidad que Heleno ha estado esperando.

Le gustaría volver al Botafogo, pero sus compañeros y la dirección no quieren saberlo.

… ya han dado … y la idea de traer a su caprichosa ex estrella de vuelta al equipo no atrae a nadie.

Para él llega la oferta del Vasco de Gama, el equipo en el que juega su gran rival Ademir, con el que ya ha compartido el papel de delantero en la selección.

Cuando llegó al Vasco, el comisario técnico Flavio Costa era también el seleccionador nacional brasileño.

Con dos delanteros de este nivel para el Vasco llegó el triunfo inmediato en el campeonato ‘carioca’, el del estado de Río de Janeiro.

Ademir, con gran humildad, aceptó jugar más a la defensiva, dejando a De Freitas el papel de delantero principal.

Heleno marca 19 goles en 24 partidos.

Por fin parece que todo va bien.

El Mundial está a la vuelta de la esquina, pero al final de un entrenamiento tiene una violenta discusión con Costa. El motivo es siempre el mismo: otra pelea con un compañero culpable de no darle el balón de forma correcta.

Costa baja con fuerza esta vez y De Freitas queda tocado en el orgullo.

Su reacción, sin embargo, es imprudente y está fuera de lugar.

Coge una pistola, la apunta a la cabeza de Costa y dispara un tiro.

Fichas.

El arma está vacía.

Para Costa es la gota que colma el vaso.

No sólo será liberado por el Vasco de Gama, sino que para él la selección nacional será un capítulo definitivamente cerrado.

Su fama le precede y ya no hay nadie, ni en Brasil ni en Argentina, dispuesto a arriesgarse a incluir a Heleno en su plantilla.

Su tabla de salvación proviene del campeonato colombiano, no reconocido por la FIFA pero, sin embargo, el más rico de Sudamérica, financiado en abundancia por el dinero de los narcotraficantes.

Árbitros ingleses, organización perfecta y futbolistas del nivel de Alfredo Di Stefano y Adolfo Pedernera, estrellas del Millonario.

Heleno se fue a jugar al Atlético Junior de Barranquilla y durante algún tiempo pareció recuperar el brillo de sus mejores años.

Todo efímero, como siempre.

Aunque el recuerdo que queda en Colombia es el de un futbolista sensacional que, cuando se decidía a jugar, era simplemente imparable.

Al parecer, fue durante su estancia en Colombia cuando sus problemas de salud empeoraron considerablemente.

Además de la interminable serie de vicios personales (tabaco, alcohol y adicción al éter), esa forma de sífilis que ya le habían diagnosticado en Brasil empezó a influir en gran parte de su comportamiento.

Heleno de Freitas está cada vez más fuera de control, dentro y fuera del campo.

Cuando regresa a Brasil al año siguiente, es una fotocopia desvaída del gran delantero que sus compatriotas recordaban de sus días en el Botafogo.

Su despedida en el fútbol es la peor posible.

Tras su fichaje por el América llegó su debut en el Maracaná, el nuevo templo del fútbol brasileño que había terminado sólo un año antes, en vísperas del “maldito” Mundial de 1950.

Es el 4 de noviembre de 1951.

Aquella tarde, Heleno, contra Sâo Cristovâo, no tocó el balón durante veinte minutos. Poco después llegó un nuevo arrebato de ira que también sería el último en un campo de fútbol.

Después de veinticinco minutos será expulsado. Estados Unidos perderá el partido por tres goles a uno y cientos de hinchas enfadados le esperarán a la salida de los vestuarios al final del partido.

Heleno de Freitas no volverá a jugar un partido oficial.

Su descenso al infierno será rápido.

En pocos años, la sífilis afectará a sus capacidades cognitivas y a su memoria.

“El ‘príncipe maldito’ moriría a los 39 años en un hospital psiquiátrico de Barbacena, al año siguiente del primer triunfo de Brasil en un Campeonato del Mundo, en Suecia en 1958.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

Heleno de Freitas tuvo un hijo de su primer matrimonio con Ilma. Ambos dejaron Río cuando él se trasladó a Argentina para incorporarse a Boca Juniors.

Fue precisamente durante su estancia en Argentina cuando surgió una de las historias más intrigantes relacionadas con la fama de playboy de Heleno: la de haber tenido un romance con Evita Perón, esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón.

De Freitas siempre lo ha admitido con franqueza… y aunque no hay pruebas definitivas, quienes han conocido sus “talentos” como “tombeur de femmes” no tienen ninguna duda al respecto.

Entre los familiares de De Freitas se encuentran algunos nombres muy importantes del deporte brasileño.

El primero y más importante es Paulo Roberto De Freitas, más conocido como “Bebeto”, el famoso entrenador de voleibol, que también es muy conocido aquí en Brasil por su paso primero por el Parma y luego por el banquillo de la selección italiana.

Dos de las nietas de Heleno son muy conocidas en Brasil: Herilene y Helenize de Freitas.

El primero es un gran campeón de natación y el segundo un excelente jugador de voleibol.

Profundizando un poco más en la vida de Heleno de Freitas, la personalidad de De Freitas fuera del campo destaca de forma casi descarnada.

Además de sus estudios (completados) como abogado, era conocido su interés por la literatura (Dostojevsky era uno de sus favoritos), hablaba un excelente francés y también se desenvolvía bien con el inglés, y era un buen conocedor de vinos.

La propia Herilene, su sobrina, recuerda los innumerables paseos de niña con su tío por la playa de Copacabana, siempre atento y dulce y con “¡las chicas que se lo comían con los ojos al pasar!”, recuerda Herilene divertida.

La decisión del presidente del Botafogo, Carlito Rocha, de vender a Heleno a Boca Juniors fue motivo de gran controversia. No sólo porque los dos eran muy buenos amigos, sino también porque sin los goles de De Freitas muchos imaginaban una vuelta a la mediocridad para el ‘Fogâo’ … que en cambio en 1948 volvió a triunfar en el campeonato ‘Carioca’ después de 13 largos años de abstinencia …

En cuanto al episodio de la pelea con Flavio Costa que terminó con una pistola en la sien de su entrenador Heleno de Freitas, siempre declaró que era sólo una broma. El hecho de que hace tiempo que no entraba en los planes de Costa, tanto en el Vasco como, sobre todo, en la selección, no respalda la afirmación de Heleno.

Los números de la carrera de De Freitas hablan por sí mismos.

244 goles en 292 partidos de liga con equipos de club y unos impresionantes 19 goles en 18 partidos con la selección brasileña, de la que fue titular entre 1944 y 1948.

Hay un gol de Heleno De Freitas en particular que ha quedado como una leyenda… hasta tal punto que podría parecer difícil establecer si es cierto o, al menos, ha sido “exagerado” por la imaginación del reportero de la época… salvo que el “reportero” en cuestión no es otro que Eduardo Galeano, que tiene pocos rivales cuando se trata de escribir sobre fútbol.

Botafogo juega contra Flamengo.

Es 1947.

“Heleno está de espaldas a la portería cuando amortigua con el pecho un balón que ha llegado del cielo. Sin que el balón se mueva un solo centímetro, Heleno se gira y empieza a correr hacia la portería contraria. Su cuerpo se arquea, manteniendo así el balón quieto sobre su pecho. Hay más gente entre él y la portería del Flamengo que en todo Brasil. Si el balón se le escapara del pecho se perdería inexorablemente. Pero esto no ocurre. Ahora está en el área y nadie puede quitarle el balón sin cometer una falta. Heleno sobrepasa las líneas del adversario y llega a la portería. Su cuerpo se relaja en ese momento, el balón se desliza desde su pecho manso hasta sus pies. Heleno la empuja a la red”.

Por último, una frase que siempre permanecerá en el corazón de los aficionados a la “Estrela Solitaria”.

Cuando fichó por el club de sus amores de Río de Janeiro en 1939, Heleno de Freitas declaró que “no quiero ser recordado como jugador de fútbol… sino como jugador del Botafogo”.