“Estaba convencido de que Jairzinho no habría llegado a tiempo para alcanzar ese balón.

Pero, sobre todo, estaba convencido de que, aunque lo hiciera, sólo sería capaz de poner un balón raso al primer palo por donde llegaba Tostao.

Por eso di ese paso adelante para cubrir precisamente ese ámbito.

En cambio, cuando vi que el balón pasaba por encima de mi cabeza y con un arco perfecto se dirigía hacia el segundo palo, me di la vuelta, deseando con toda mi alma que no hubiera ningún futbolista brasileño en esa zona.

En su lugar había uno.

Él mismo, el más temible de todos: Pelé.

Le vi elevarse hacia el cielo y luego golpear el balón con fuerza, estrellándolo contra el suelo a menos de un metro del segundo poste, el que yo había decidido un momento antes que no necesitaría proteger.

“¡Estoy demasiado lejos!”, pensé en esa fracción de segundo.

Pero me zambullí de todos modos, estirándome todo lo que pude y consiguiendo de algún modo tocar el balón con la punta de los dedos.

Estaba seguro, pero muy seguro, de que el balón pasaría por debajo del travesaño.

Cuando lo vi pasar por encima de esa maldita barra horizontal blanca lo único que pude pensar fue “¡Qué culo tienes Banksy!”.

Pelé ya había levantado los brazos para celebrar el gol… y un momento después vi a Tostao llevarse las manos al pelo.

En ese momento me di cuenta de que no debía de ser una mala parada…

Es el 7 de junio de 1970.

El segundo partido de la eliminatoria de la Copa Rimet se juega en Guadalajara. Frente a Inglaterra, defensora del título, y el Brasil de Pelé, Rivelino, Tostao y compañía, uno de los favoritos para la victoria final. El partido estaba equilibrado y el resultado seguía siendo clavado a cero-cero.

Carlos Alberto, el lateral derecho de aquel gran Brasil, juega un balón en vertical por su carril. Se trata de un balón lanzado desde el exterior derecho. Uno de esos balones a la ‘contra de la marea’ que aterriza perfectamente entre los pies del extremo derecho Jairzinho. Su control del balón es excelente. Ralentiza su carrera un instante y de repente acelera, saltando por encima del lateral izquierdo inglés Terry Cooper con facilidad. Al hacerlo, sin embargo, Jairzinho parece llevar el balón un poco demasiado lejos y la línea de gol está ahora muy cerca. El número 7 brasileño alarga la zancada y consigue cruzar justo antes de que el balón traspase la línea blanca.

Es un centro perfecto, de los que hacen felices a todos los centrales. Es arqueado pero no lento y llega exactamente al segundo poste, un par de metros fuera del área pequeña.

Cuando Pelé se eleva hacia el cielo para golpear ese balón con la frente, no hay nadie, ni en el Estadio Jalisco de Guadalajara ni ante las pantallas de televisión del primer campeonato de fútbol retransmitido en color y en todo el mundo, que tenga una sola duda: ese balón acabará en el fondo de la red y pondrá a Brasil por delante.

En la portería de los ingleses, sin embargo, está Gordon Banks.

Es su séptimo partido en una final de la Copa Mundial y hasta ahora sólo han conseguido marcar en dos encuentros: Eusebio de penalti en la semifinal cuatro años antes y los alemanes dos veces en la final que coronó a los ingleses como campeones del mundo por primera vez.

Durante cuatro años consecutivos ha sido considerado el mejor portero del mundo por la FIFA.

El balón bota un metro antes de la línea de gol y se dirige hacia arriba para terminar su recorrido bajo el travesaño de la portería defendida por el guardameta inglés.

Sólo hay una oportunidad.

Lánzate e intenta desviar ese balón calculando PERFECTAMENTE el rebote del balón. Fallar por unos centímetros haría que el balón no se pudiera atrapar.

Gordon Banks lo consigue. El balón termina su carrera detrás de su portería justo cuando Pelé grita “gol” y ya ha levantado los brazos al cielo.

Esta parada pasará a las leyendas del deporte… hasta tal punto que el propio Pelé se verá obligado a admitir que “he marcado más de mil goles en mi carrera y, sin embargo, la pregunta que más me hacen es sobre un gol que no marqué…”

El “culo” de Gordon Banks no duraría mucho.

El día antes de ese partido de cuartos de final de la Copa del Mundo contra Alemania Occidental, el portero de los Leones ingleses sufre una intoxicación alimentaria.

Los médicos de la selección inglesa hacen todo lo posible por recuperarle para lo que se considera una revancha de la final de la Copa Mundial disputada cuatro años antes.

No pueden hacer nada.

Banks tendrá que abandonar y los alemanes ganarán ese partido por tres goles a dos tras la prórroga.

En su lugar jugará el pobre Peter Bonetti, que tendrá serias responsabilidades en al menos dos de los goles teutones.

Todo el mundo está de acuerdo (incluidos los jugadores alemanes) en que con Banks en la portería las cosas habrían sido muy probablemente diferentes.

El destino, sin embargo, tiene reservado algo mucho más trágico para el guardameta nacido en Sheffield el 30 de diciembre de 1937.

Es 22 de octubre de 1972 y Banks se dirige a casa tras una sesión de fisioterapia en el Victoria Ground, sede del Stoke City, equipo en el que juega desde 1967, para tratarse un problema en el hombro.

Conduce su Ford Cónsul y delante de él hay un camión que avanza muy despacio.

Banks decide adelantarlo, pero justo en ese momento otro vehículo, una furgoneta Austin A60, se acerca por el carril contrario.

El impacto es inevitable.

Las heridas se producen principalmente en la cara, donde le darán más de 200 puntos de sutura.

El mayor problema, sin embargo, se refiere a su ojo derecho.

Habrá semanas de operaciones, tratamientos y consultas… pero al final Gordon Banks perderá la vista en ese ojo.

A pesar de sus casi 35 años, Gordon Banks sigue siendo el titular indiscutible de los Blancos de Inglaterra en el inicio de la fase de clasificación para el Mundial de Alemania 1974.

Sir Alf Ramsey, como sustituto de Banks, decide recurrir a Peter Shilton, que sustituyó a Gordon Banks en el Leicester unos años antes.

Pero incluso aquí hay lugar para el arrepentimiento.

En el partido decisivo para la clasificación mundialista, disputado en Wembley contra Polonia en octubre de 1973, fue un error de Peter Shilton ante un disparo nada irresistible del polaco Jan Domarski lo que provocó la exclusión de Inglaterra del Mundial de Alemania.

… y aquí, como en México, todo el mundo estaba de acuerdo en que Gordon Banks nunca habría metido un gol así.

Sólo unos meses antes, en el verano de 1973, Banks se dio cuenta de que ya no podía hacer nada más. La pérdida de su ojo derecho ya no le permite jugar al nivel anterior a la lesión y anuncia su retirada.

El Stoke City le confió el puesto de entrenador de porteros de las categorías inferiores y Banks se entregó en cuerpo y alma a su nuevo cargo.

Han pasado ya más de cuatro años desde el accidente cuando ocurre algo inesperado y totalmente sorprendente.

Banks se da cuenta de que su ojo izquierdo ha logrado “compensar” en gran medida la ceguera del otro y que su campo de visión es mucho más amplio de lo que era inmediatamente después del accidente.

Podrá volver a hacer lo que más le gusta: ponerse los guantes y volver a defender la portería con la certeza de que aún puede hacerlo muy bien.

La noticia empieza a circular y varios equipos de la liga inglesa muestran su interés. Sin embargo, fue un equipo de la recién creada liga estadounidense el que se adelantó a todos y se hizo con sus servicios: fue el Fort Lauderdale Strikers, que en la temporada 1977-1978 incorporó a sus filas al guardameta de Yorkshire, de casi 40 años.

Los resultados serán sencillamente sensacionales.

Los Strikers quedaron primeros al final de la temporada regular y Gordon Banks fue elegido mejor portero de la liga.

Al año siguiente, sin embargo, llegó el fatídico momento de colgar los guantes.

Con casi 41 años, Banks dejó el fútbol.

En su caso, entre los muchos números y estadísticas de una carrera excepcional, uno es esencialmente suficiente: el de ser considerado el segundo mejor portero del siglo XX, por detrás de Lev Yashin y por delante de nuestro Dino Zoff.

ANÉCDOTAS Y TRIVIALIDADES

Gordon Banks nació en Abbeydale, cerca de Sheffield. Al cabo de unos años, la familia se trasladó a Catcliffe, donde el padre montó una agencia de apuestas (todavía ilegal en aquella época). El nivel de vida de la familia Banks mejora considerablemente, pero un grave incidente pronto trastorna la vida del joven Gordon.

Unos matones entran en la agencia para robar la recaudación diaria. El único presente en ese momento es su hermano mayor John, que es atacado y golpeado.

Muere poco después a consecuencia de las heridas recibidas durante ese atraco.

A los 15 años, Gordon Banks abandonó los estudios. Para él, como para la mayoría de los habitantes de Yorkshire de la época, hay un lugar en las minas.

Banks admitirá en cada ocasión que su fuerza y explosividad entre los tres palos se deben a esos inmensos esfuerzos para cargar carbón que le han permitido endurecer los hombros y la espalda.

Tras una temporada en el Chesterfield, Banks fue comprado por el Leicester City.

Los comienzos no son nada fáciles.

En la temporada 1959-1960 había nada menos que cinco porteros en la plantilla, entre ellos el escocés Johnny Anderson.

Su tozudez y su constante deseo de aprender y mejorar convencieron al entrenador Matt Gillies al cabo de unas semanas para colocarlo como titular en el equipo “Reservas”, convirtiéndose de hecho en la primera alternativa al guardameta titular Dave MacLaren.

Sin embargo, fue necesaria una lesión de este último para abrir las puertas del primer equipo a Banks. Pocos partidos después, Gordon Banks se convirtió en titular inamovible de los Zorros.

En 1967, sólo un año después de proclamarse campeón del mundo con la selección inglesa, el entrenador del Leicester, Gillies, apoyado por la dirección, comunicó a Banks que ya no se le consideraba a la altura del puesto de titular. “Creemos que tus mejores días han quedado atrás Gordon. Por tanto, le invitamos a buscar un nuevo equipo”. La razón de esta elección es aparentemente sencilla: de la cantera ha surgido un joven guardameta de gran capacidad en el que el Leicester pretende centrarse. Se llama Peter Shilton y no será la última vez que los destinos de estos dos grandes porteros se crucen.

Sin embargo, la suma exigida por el Leicester es importante: para la época, 50.000 libras es mucho y los grandes clubes de Primera División son reacios a invertirlas por un portero que ya ha pasado la treintena. El único que estaba absolutamente convencido de que Banks seguía siendo una excelente inversión era Bill Shankly, que hizo todo lo posible por traerlo a su Liverpool… pero no lo consiguió, ya que la directiva no apoyó su decisión.

Banks fichará por el Stoke City, un equipo sin grandes ambiciones y que navega con paso firme en los puestos centro-bajos de la Primera División.

“No he venido aquí para jugar unos años antes de retirarme. Vine aquí para ganar trofeos”, fueron las palabras de Banks el día de su presentación.

Con él, Stoke empezó a subir lentamente la escalera.

En 1971 y 1972, los Potters se quedaron a un paso de la final de la Fa Cup. En ambas ocasiones fueron los Gunners del Arsenal quienes privaron a Banks y a sus compañeros de esta alegría.

En la segunda de ellas, en abril de 1972, tras un empate en el primer partido, el Arsenal se impuso al Stoke gracias a un penalti dudoso de Mc Lintock y a un gol en claro fuera de juego de John Radford. “Nunca me he sentido tan engañada y robada en mi vida”, afirmará Banks en cada ocasión en que hable de aquel partido.

Al final, sin embargo, Gordon Banks consiguió cumplir la promesa que hizo el día de su llegada al Stoke.

El 4 de marzo de 1972, el Stoke City levantó la Copa de la Liga inglesa tras vencer en la final de Wembley al Chelsea de Peter Osgood y compañía.

… el único trofeo ganado por el Stoke en sus 157 años de historia …

En la temporada 1962-1963, el Leicester llegó incluso a luchar por un increíble “doblete”. En la final de la FA CUP tras derrotar al Liverpool en semifinales y en segunda posición a sólo un punto del Everton a falta de cuatro jornadas. El último día de la temporada, Gordon Banks sufrió una fractura en un dedo en el partido contra el West Bromwich Albion que le obligó a perderse todos los partidos restantes.

El Leicester los perdería todos, incluso terminando en cuarto lugar. Regresó justo a tiempo para jugar la final de la FA CUP, que el Leicester perdió por tres goles a uno contra el Manchester United de Matt Busby y los jóvenes Denis Law y Bobby Charlton.

En la semifinal de la FA CUP contra el Liverpool mencionada anteriormente, Gordon Banks jugó probablemente el mejor partido de su carrera. El partido fue un auténtico asedio a los Reds del gran entrenador escocés Bill Shankly. Las estadísticas hablan de 34 tiros a puerta del Liverpool contra sólo uno del Leicester… ¡el de Mike Stringfellow que dio la victoria al Leicester por uno a cero!

Uno de los episodios más curiosos de la carrera de Gordon Banks fue el gol que marcó George Best durante un partido válido para el desaparecido (¡y precioso!) Torneo Interbritánico entre Inglaterra e Irlanda del Norte.

Banks tiene el balón en sus manos y se prepara para ponerlo de nuevo en juego.

Best está delante de él intentando obstaculizar el saque de banda.

Banks hace un par de fintas para deshacerse del número 11 de la camiseta verde y encontrar espacio para patear el balón hacia atrás con los pies.

Desplazó el balón hacia su izquierda, pero cuando lo levantó en el aire para chutar Best, que fue muy rápido al anticiparse a él, pateó el balón hacia delante y lo depositó en la red de la portería desguarnecida.

El gol (¡muy regular!) será en cambio anulado, evitando a Banks una cifra no precisamente excepcional y privando a George de la alegría de un gol para los ingleses… que ganarán entonces el partido por un gol a cero.

Por último, el maravilloso intercambio que tuvo lugar aquel día en Guadalajara inmediatamente después de la histórica parada de Gordon Banks al cabezazo de Pelé.

Pelé: “Estaba realmente convencido de que había marcado”, dice abatido el brasileño.

Banks: “¡Nosotros éramos dos!”, responde sonriendo el guardameta inglés.

Un momento después entra en escena Bobby Moore, capitán de la selección inglesa.

“Te estás haciendo viejo Banksy. Una vez que una pelota como que habría bloqueado … “