“Mañana mis padres estarán en las gradas.

Y ya sé que mi madre llorará durante los noventa minutos del partido.

No tanto por la ocasión en sí.

… ¡que no es algo que ocurra todos los días!

De hecho, mañana, en nuestra concentración en Valparaíso con mis compañeros de la selección juvenil de Santiago Wanderers, ¡nos enfrentaremos a Brasil!

Sí, me has oído bien.

BRASIL.

El Brasil campeón del mundo, el de Pelé, Didi, Garrincha y Zagallo.

El Brasil que hace cuatro años en Suecia encandiló al mundo con su juego y sus inigualables talentos.

El llanto de mi madre, sin embargo, tiene razones mucho más profundas que la simple emoción de ver a su hijo de 15 años jugar contra el equipo más fuerte del mundo.

Según los médicos, nunca podría jugar al fútbol.

Hace unos años, cuando aún no tenía once años, cogí la polio.

Me quedé en la cama durante todo un año.

“Señora”, le dijeron los médicos a mi madre, “tal vez su hijo pueda volver a caminar normalmente algún día, pero el deporte es una asignatura pendiente para él”.

Para mis padres, lo importante era que había sobrevivido y podía tener una vida normal.

No para mí.

Quería jugar al fútbol.

Lo quería desesperadamente.

Ya destacaba entre mis compañeros.

Era más alto que la media pero me movía con agilidad, ya daba patadas con los dos pies y me encantaba golpear el balón con la cabeza.

“¡No, ni hablar!”, me decía cada día.

“Volveré a jugar al fútbol”. Estaba seguro de ello. El único que fue…

Tuve que empezar a caminar de nuevo.

Como un niño.

A los 13 años, sin embargo, volví a jugar en el equipo de mi barrio, el Alto Florida.

A los 15 años me incorporé al Santiago Wanderers, el equipo más fuerte de Valparaíso.

Y mañana jugaré contra Brasil.

Juego en el centro del campo y mi entrenador ya me ha dicho que tendré que estar atento a los movimientos de Didi, intentando limitarle y no dejarle jugar tranquilamente.

¿Pensarás en ello pasado mañana en los periódicos de mi ciudad?

“Duelo en el centro del campo entre Didi y el joven Figueroa”..

¡… eh sí mamá, realmente puedes tener un buen llanto!

Elias Figueroa hizo un excelente partido, hasta el punto de que muchos jugadores brasileños felicitaron al final del encuentro al “chico del número 8” por su destreza física, su técnica y su gran personalidad.

Su talento era tan evidente que dos temporadas a gran nivel en el Santiago Wanderers le bastaron para ganarse, primero, la titularidad en la expedición chilena al Mundial de Inglaterra 1966 y, después, para convertirse en uno de los jugadores jóvenes más cotizados de toda Sudamérica.

Se desató una feroz subasta por él. Huracán e Independiente compitieron a pesos por el talentoso chileno, pero cuando parecía que todo estaba decidido para los “diablos rojos” de Avellaneda (Figueroa ya había pasado los exámenes médicos), un bombazo de Peñarol (con un avión privado desde Buenos Aires para llevarlo a Montevideo) logró el objetivo: Elías Figueroa jugará con los “Carboneros”, uniéndose a un equipo excepcional que en ese momento incluye en sus filas a algunos de los jugadores más fuertes de la época como el legendario portero Ladislao Mazurkievicz, el delantero ecuatoriano Alberto Spencer, el centrocampista Pedro Rocha y el defensa Pablo Forland, padre de Diego, el gran delantero del Manchester United y del Atlético de Madrid entre otros.

Cuando llegó a Peñarol (nombre derivado de un “barrio” de Montevideo fundado por un italiano llamado Crosa, un emigrante piamontés originario de Pinerolo que dio nombre al barrio), los “aurinegros” eran incluso vigentes campeones del mundo, habiendo derrotado nada menos que al Real Madrid de Amancio, Gento y Pirri en la final de la Copa Intercontinental.

Figueroa es la última pieza del rompecabezas que transforma a Peñarol en un equipo inabordable en su momento.

Dos campeonatos consecutivos ganados con un récord de 56 partidos consecutivos (¡que duran exactamente dos años!) sin conocer la derrota y el triunfo en la Supercopa Sudamericana.

En este torneo, en la final contra el Santos de Pelé, Elias Figueroa jugó un partido suntuoso, desplegando todo su enorme talento.

Un impecable sentido de la posición, la capacidad de salir de su propia área con el balón en los pies y convertirse en el primer creador de juego del equipo, así como su enorme habilidad en el juego aéreo, que le convertía en un peligro constante en el área rival en las jugadas a balón parado.

Durante tres años consecutivos fue elegido mejor futbolista de la liga uruguaya y su fama es ya conocida en toda Sudamérica.

Y no sólo.

Sin embargo, en 1971 Peñarol atravesó una grave crisis económica.

El club de Montevideo está prácticamente obligado a “vender” a sus mejores jugadores.

Hay una gran cantidad de clubes que quieren a Figueroa.

Uno de ellos es el Real Madrid.

Figueroa, sin embargo, elige al Internacional de Porto Alegre.

Hoy en día parecería una opción descabellada o, al menos, curiosa.

En realidad, en aquella época la liga brasileña era probablemente la más competitiva del planeta, y no sólo por la presencia de todos los grandes miembros del maravilloso equipo brasileño campeón del mundo en México 70.

Incluso la oferta económica era superior a la de los “merengues”.

En Brasil se convierte en un ídolo absoluto.

Inmediatamente recibe el brazalete de capitán y ganar el Campeonato Gaùcho se convierte casi en una formalidad para el Internacional.

Mientras tanto, Chile llegó al partido de repesca para la clasificación al Mundial de Alemania.

El rival es la Unión Soviética, respaldada por el Dinamo de Kiev, uno de los equipos más fuertes del continente en ese momento.

El partido de ida fue un asedio por parte de los rusos, pero Figueroa volvió a jugar un partido impresionante, cerrando todos los huecos y demostrando una vez más ser ‘El Dueno de l’area’, el maestro del área.

Terminó 0-0, un excelente resultado de cara al partido de vuelta.

… partido de vuelta que se convertiría en una de las páginas más farsantes y ridículas de la historia del deporte.

Como Chile llevaba unos meses bajo la sangrienta dictadura de Pinochet, los rusos se negaron a pisar el país y la FIFA tuvo la ingeniosa idea de poner a Chile en el campo contra… nadie.

Pero fue en 1975, en la final del Campeonato Brasileño, cuando Figueroa se convirtió en “Semidio”.

El rival del Internacional era el Cruzeiro de Belo Horizonte.

En el Internacional, junto a Figueroa, hay excelentes jugadores como el centrocampista Paulo César Carpeggiani, el delantero Valdomiro y, sobre todo, un jovencísimo director de juego del que se dicen maravillas: se llama Paulo Roberto FALCAO.

El Cruzeiro contaba con varios brasileños en sus filas, como el lateral Nelinho y los delanteros Roberto Batata y Palinha.

El partido es equilibrado y muy disputado.

En el minuto 10 del segundo tiempo hubo un tiro libre para el Internacional por la derecha, a pocos metros de la línea de gol.

Valdomiro la pateó y el balón llegó al centro del área del Cruzeiro.

En el amontonamiento de jugadores que saltaban para llegar al balón, hubo uno que saltó más alto que todos los demás, cabeceando el balón a la esquina de la portería defendida por Raúl.

Efectivamente, es él: Elías Figueroa.

Pero en el momento en que se lanza a rematar de cabeza, ocurre algo que hará que este gol pase a la leyenda del fútbol brasileño.

Un rayo de sol, filtrado entre las nubes en ese mismo momento, “ilumina” ese instante histórico, que consagra al Internacional como campeón de Brasil por primera vez en su historia.

Será para siempre, para todos, ‘El gol iluminado’.

En Brasil, Figueroa se convertirá en un auténtico ídolo y su figura irá mucho más allá de la de un “simple” futbolista.

Siempre presente con su bella esposa Marcela en los actos oficiales organizados en la ciudad y figura destacada de la “jet-set” local.

Pero es en el terreno de juego donde Figueroa da lo mejor de sí.

Fue nombrado “Mejor futbolista de Sudamérica” durante tres temporadas consecutivas, entre 1974 y 1976, precediendo a futbolistas del nivel de Rivelino, Zico, Francisco Marinho, Kempes, Alonso, Cubillas o Brindisi.

En 1977 decidió volver a su tierra, pero no para jugar en uno de los grandes de su país (Colo Colo, Universidad de Chile o Universidad Católica) sino en el “pequeño” Club Deportivo Palestino.

Para el Internacional de Porto Alegre, es un gran golpe que hay que asimilar.

No sólo significa perder a su jugador más importante, sino que Figueroa, vendido a un gran club europeo, habría hecho las delicias de la caja del ‘Colorado’.

En cambio, Figueroa (y especialmente la señora Marcela) insisten en volver a su tierra.

Tienen que renunciar a mucho dinero, pero la decisión es firme.

En el pequeño club del presidente, Don Enrique Atal, parece irreal poder incluir en su equipo al defensa más fuerte de Sudamérica.

Los resultados son inmediatos y sorprendentes.

Palestino gana inmediatamente la Copa de Chile, y el autor del gol decisivo en la prórroga es, por supuesto, Elías Figueroa.

Pero es lo que ocurre en julio de ese 1977 lo que no sólo reescribe la historia del fútbol chileno, sino que hace que uno se dé cuenta, si es que todavía lo necesitaba, del impacto de este extraordinario futbolista.

El Club Deportivo Palestino inició una serie de 46 partidos consecutivos en los que nadie consiguió derrotar a Figueroa y sus compañeros. Esta serie es la mejor de la historia del fútbol chileno. Por supuesto, en 1978 también llegó el campeonato chileno y al año siguiente el pequeño Palestino llegó incluso a las semifinales de la Copa Libertadores.

Fueron cuatro maravillosas temporadas que reescribirían la historia del Club Deportivo Palestino y confirmarían la calidad absoluta de este defensa con unas habilidades sublimes y un repertorio futbolístico completo como pocas veces se ha visto en la historia del deporte.

A los 35 años, las sirenas del “Soccer”, el fútbol de los Estados Unidos de América, también atrajeron a Figueroa, que se trasladó a Fort Lauderdale, donde jugaría al lado de grandes campeones como el alemán Gerd Muller y el peruano Teófilo Cubillas, llegando a la final del campeonato y perdiendo después contra el Cosmos de Nueva York de Pelé, Chinaglia y Beckenbauer.

Pero Chile, su querido Chile, sigue siendo la prioridad.

Tienen que clasificarse para el Mundial de España, y las prisas de Estados Unidos por jugar partidos de clasificación amenazan con restarle frescura a Figueroa.

En ese momento ocurre algo peculiar, casi “sudamericano” en el sentido más admirado del término.

Colo Colo, el equipo más importante del país, encuentra incluso el patrocinio de Televisión Nacional para traer a Figueroa de vuelta a casa (¡y a las filas de los “albos”!) en esos primeros y decisivos meses de 1982.

Chile se clasificó para ese Mundial, pero salió de él de forma indigna en la primera ronda, con tres derrotas en tres partidos.

Figueroa, el jugador más veterano de esa edición y a pesar de varios problemas físicos, será una de las pocas notas alegres de la expedición chilena.

Sin embargo, el ocaso de una carrera futbolística del más alto nivel, que tiene la única culpa de haberle convertido en un semidiós en América Latina y… casi un desconocido en Europa.

Su partido de despedida se celebrará el 8 de marzo de 1984 entre una selección chilena y otra del “Resto del Mundo”.

70.000 espectadores llenarán las gradas del Estadio Nacional para rendir su merecido homenaje a este gran campeón que, como dijo de él el célebre poeta y escritor brasileño Nelson Rodrigues, era “tan peligroso como un tigre de Bengala y tan elegante como un conde con smoking”. Era, en definitiva, el “defensor perfecto”.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

Desde muy joven, Elías Figueroa tuvo que convivir con graves problemas de salud. Primero la difteria, que le provocó problemas de corazón, y luego una forma grave de asma.

Una vida normal parecía imposible para él, pero la decisión de sus padres de trasladarse a la ciudad de Quilpuè (todavía llamada la ciudad del sol por su excelente clima) fue decisiva.

Elías volvió a ser un niño normal… con un talento “fuera de lo común” para el fútbol.

Sin embargo, a la edad de 11 años llegó otra terrible noticia para el pequeño Elías, que entretanto ya había hecho gala de sus prodigiosos talentos en el pequeño equipo local: la poliomielitis.

Figueroa sigue postrado en la cama desde hace más de un año.

Se cura, pero cuando lo hace, prácticamente tiene que aprender a caminar por segunda vez.

Pero es un chico fuerte y valiente y luego está el balón, que es una verdadera obsesión para él.

Cuando, con 15 años, el Santiago Wanderers, uno de los equipos chilenos más importantes, le ofrece una prueba, Elías no deja pasar la oportunidad.

Y no sólo eso.

Fue incluido en el equipo juvenil, donde se quedaría durante… ¡un día! Antes de que se le asigne a los Juniores al día siguiente.

Pasaron unas semanas y Elías Figueroa, con 15 años, debutó como profesional en el primer equipo de Santiago Wanderers.

Al principio no todo sale como se espera.

Elías Figueroa es trasladado del mediocampo al centro de la defensa, donde demuestra sentirse cómodo de inmediato, pero ahí juega “El Maestro” Raúl Sánchez y para Figueroa suele estar el banquillo.

Es cedido por una temporada al pequeño Club Unión La Calera de la región de Valparaíso.

Aquí Figueroa no sólo se consolida definitivamente como un defensor de valor absoluto, sino que se gana el apodo de “Don” (normalmente reservado a personalidades de prestigio de cierta edad) tras una suntuosa actuación del pequeño Unión en la casa del poderoso Colo Colo.

Sería el famoso comentarista de radio Hernán Solís quien diría de él “hoy hemos visto a un chico de 17 años jugar con la madurez y la confianza de un veterano de mil batallas”. Por eso, a partir de hoy, no puedo dejar de llamarle ‘DON ELIAS FIGUEROA’.

En ese partido, se cuenta que durante un despeje en su propia área, Figueroa se desprendió del balón tras dos túneles consecutivos a dos jugadores diferentes de Colo Colo…

Para clasificarse para el Mundial de 1974, Chile tuvo que jugar el “famoso” partido de repesca contra la Unión Soviética. El partido de vuelta, como muchos saben, nunca se jugó. La URSS se negó a jugar el partido de vuelta en el Estadio Nacional de Chile, que había sido el escenario del terrible golpe de Estado de Pinochet unos meses antes y donde se encarceló a cientos de opositores al régimen. Sin embargo, el partido de ida se jugó con regularidad y fue una de las mejores actuaciones de la carrera de Figueroa.

La Unión Soviética tenía jugadores de valor absoluto en su equipo. Sobre todo, el joven delantero del Dinamo de Kiev, Oleg Blokhin.

A pesar de una presión prácticamente ininterrumpida durante los 90 minutos, la defensa chilena aguantó espléndidamente y Figueroa fue la estrella absoluta.

… sobre todo porque fue él, con una entrada tan fuerte como legal, quien dejó fuera de combate al fuerte delantero ruso para el resto del partido.

Un defensa como Figueroa, que más de una vez ha dicho: “A mi área viene quien yo digo”, también ha tenido que “dar un paso al frente” ante rivales igual de decididos.

Su equipo de Fort Lauderdale jugó contra el Jacksonville Tea.

Un partido muy normal en el que los Strikers de Lauderdale están ganando con claridad y aparente tranquilidad.

Sin embargo, en un momento dado, el número 9 de Jacksonville, Bob Newton, decide que está harto de ser anticipado constantemente por este defensa chileno.

Con el balón a 50 metros de distancia, le dio un codazo a Figueroa en la cara.

El defensa chileno pierde el conocimiento y cuatro dientes.

Después de dos días en el hospital le dan el alta, con 40 puntos de sutura en la boca, veinte internos y veinte externos.

“¡Y estoy contento de que mi mujer no me haya dejado! Parecía un monstruo de una película de terror”, recuerda hoy Figueroa con sentido del humor.

Figueroa siempre ha estado agradecido a Peñarol y al fútbol uruguayo por haberle hecho crecer exponencialmente como defensa.

‘Siempre pienso que salir de la defensa preocupándose por pasar el balón a un compañero vale cien veces más que simplemente patear el balón lo más lejos posible. Pero en Peñarol aprendí que también hay que imponerse físicamente cuando se necesita… porque en esa liga los delanteros juegan duro y si no te adaptas estás acabado.”

“El delantero más duro que conocí fue el argentino Luis Artime cuando jugaba en el Nacional. Parecía fácil de marcar, no se esforzaba en buscar el balón ni en abrirse paso. Durante 89 minutos se pudo sostener. Podía jugar un partido entero sin apenas tocar el balón. Entonces sólo necesitaba un segundo y decidiría el partido con un gol suyo. Contra estos, que yo llamo los “fantasmas” del área, no hay instrucciones ni reglas”.

En Brasil, una tierra donde el fútbol es una religión, Figueroa, como se ha dicho, se convirtió en una figura de culto.

Un día incluso es inmortalizado completamente desnudo en el vestuario del Internacional y su foto al día siguiente se publica en una revista local muy famosa.

Obviamente, Figueroa no está contento con esto y siente una evidente vergüenza.

Después de unos días casi segregado en casa y lo más alejado posible de los focos, decide con su mujer salir a un restaurante, uno de los más discretos y apartados de la ciudad, y todo ello de la forma más anónima posible.

Nada más entrar, la dueña del restaurante, una corpulenta y simpática señora italiana, le reconoce y empieza a dar palmas para atraer la atención de todos los clientes. ‘Señor, ese hombre tan guapo que vimos desnudo hace unos días en el periódico va a venir. Por fin alguien que se preocupa por hacernos felices a las mujeres también!!!”

… Figueroa dice que el rubor en sus mejillas duró toda la cena …

Se suele decir que donde nacemos es el lugar donde más difícil es hacerse respetar.

Figueroa lo descubrió en su propia piel. Como se ha dicho, el defensa chileno hace todo lo posible por volver a su país. El presidente de Internacional no quiere saber nada. Incluso pone un cheque en blanco delante de él. “Pones la cifra Elias. Pero no te vayas’.

De ninguna manera. La llamada de su país es demasiado grande. Elías se siente en deuda tras años en el extranjero.

A su llegada al aeropuerto le esperan miles de personas.

Figueroa sale, visiblemente emocionado… y lo primero que le pregunta un periodista es “Elías, ¿volviste a Chile porque te sientes acabado como futbolista? …

… “¡Me hubiera gustado darle un puñetazo!”, cuenta todavía hoy el bueno de Elías sobre aquel episodio.

En 1981 se produjo uno de los episodios más peculiares y recordados de la carrera de Figueroa.

Al final de un partido amistoso contra Argentina, un fotógrafo le pidió a Maradona que se acercara para hacerse una foto con Figueroa. “¡Que venga aquí!”, fue la espinosa respuesta de Maradona.

Entonces el fotógrafo se dirige a Figueroa preguntándole lo mismo.

… sólo para recibir exactamente la misma respuesta: “¡Que venga aquí!

No hace falta decir que esa foto nunca se tomó…

Por último, la última dedicatoria de Pelé, al que Figueroa se enfrentó en más de una ocasión, limitando como nadie al gran delantero brasileño. ‘Figueroa es el mejor futbolista chileno de todos los tiempos y el mejor defensor de la historia del fútbol sudamericano’… viniendo de alguien que jugó con Carlos Alberto y Djalma Santos, no es poca cosa…

Nota del autor: La primera parte contada en primera persona está obviamente creada por mí y no son las palabras del gran Elías. Es sólo una forma de testimoniar aún más mi admiración por este fantástico futbolista que no es tan conocido en Europa como merece.