Cuando en julio de 1967 Pierino Prati apareció por primera vez en la concentración del Milan para un amistoso en Bélgica, el impacto con Nereo Rocco, el gran “Paron” entrenador de los rossoneri, fue memorable.

Un gerente acompañante presenta a Prati a Rocco.

“Señor Rocco, le he traído a Pierino Prati”.

Rocco “equipa” al joven delantero de pies a cabeza.

Pierino tiene 20 años, lleva el pelo largo con un copete rebelde, una camisa rosa y unos pantalones estrictamente “de campana” como sugería la moda de la época.

Después de un buen par de minutos observándolo, Rocco exclama “¡Mira, estoy esperando a Pierino Prati el futbolista, no el cantante! Envíen a éste de vuelta al lugar de donde vino”.

Lo que siguió fue, de hecho, una relación especial entre un futbolista de talento que no desdeñaba el trabajo y, sobre todo, tenía un gran deseo de mejorar y llegar.

Pierino Prati regresó al Milán ese verano tras su cesión al Savona el año anterior.

“Haciendo sus huesos”, como se decía entonces.

Esta vez en la Serie B, tras su experiencia en el Salerno en la C dos años antes.

15 goles en 29 partidos es un excelente botín, sobre todo si se tiene en cuenta que ese año el Savona descendió a la Serie C.

El Milán del gran Nereo Rocco se dio cuenta de que era necesario.

Lo incorporaron al primer equipo en aquel verano de 1967.

Pierino tardó unas semanas en convencer al “Parón” de que merecía un puesto en el primer equipo.

En el séptimo partido de la temporada, en el encuentro a domicilio contra el Cagliari, Prati estuvo en el campo desde el primer minuto.

Marcó el segundo gol del Milan, el que sirvió para arrancar un empate a Riva y sus compañeros.

A partir de ese día, no pararía.

Al final del campeonato sumó un total de 15 goles que le valieron el título de mejor goleador de la Serie A, a los que se sumaron tres goles en la Coppa Italia y cuatro en la Recopa que el Milan ganó en la final contra el Hamburgo, coronando así una temporada maravillosa.

El impacto de Prati será tan devastador que Ferruccio Valcareggi, el seleccionador de nuestro equipo nacional, lo incluirá en la plantilla de los Azzurri que triunfarán en la Eurocopa de ese verano.

En esta competición, sin embargo, comenzará uno de los malentendidos más absurdos de la historia reciente de nuestro fútbol. Casi al nivel del que se creará entre Rivera y Mazzola, jugadores con características tan diferentes como para ser no sólo perfectamente compatibles sino incluso complementarios.

El Pierino Prati de aquel verano de 1968 siempre será visto como LA ALTERNATIVA a Gigi Riva, un delantero extraordinario y probablemente único en la historia de nuestro fútbol… pero que PODÍA (y quizás DEBERÍA) jugar CON Pierino Prati, formando así una pareja de ataque absolutamente devastadora.

Prati y Riva eran, como características, complementarias y ciertamente no idénticas.

Prati era un extremo derecho natural que también podía chutar con la izquierda.

Riva era un zurdo puro. Sólo necesitaba su pierna derecha para correr y equilibrarse.

A Prati le gustaba arrancar más desde la distancia y moverse por todo el frente de ataque, mientras que Riva actuaba esencialmente en los últimos 20 metros.

Lo cierto es que Pierino jugó el primer partido de la fase final contra Yugoslavia, pero en la repetición tuvo que dejar paso a Gigi Riva, que marcó uno de los dos goles que dieron la victoria a los azzurri de Ferruccio Valcareggi.

La temporada siguiente fue la de la consagración definitiva para Prati y para el Milan.

En el campeonato, los rossoneri acabaron segundos, empatados con el Cagliari, pero en la Copa de Europa el Milan llegó a la final.

El partido se jugó en el Santiago Bernabéu de Madrid, y enfrente estaban los sorprendentes “Lanceros” del Ajax de Amsterdam, un equipo lleno de jóvenes talentos entre los que destacaba Johann Cruyff, de 21 años, un jugador rápido e imprevisible.

El Milan, sin embargo, estaba en una tarde de gracia.

Y si bien es cierto que Rivera encandiló al mundo con su técnica superlativa y su visión de juego, nadie quedó indiferente ante la asombrosa actuación de Pierino Prati, que esa noche entraría en la historia de la más prestigiosa competición europea de clubes al marcar un triplete en la final.

Unos meses más tarde, los rossoneri cerrarían un sensacional bienio con la victoria en la Copa Intercontinental, primero venciendo a los argentinos de Estudiantes en San Siro y luego soportando estoicamente la “vergüenza” del partido de vuelta en la Bombonera de Buenos Aires, una de las páginas más violentas de la historia del deporte.

Prati empezó a sufrir algunas lesiones físicas y terminó la temporada con 17 goles.

Sin embargo, no fue suficiente para ganarse un puesto en el avión que llevaría a la selección italiana a México. Valcareggi convocará sólo a 3 delanteros. Junto a Riva sólo están el jugador de la Juventus Pietro Anastasi y Sergio Gori, compañero de Riva en el equipo del Cagliari que acababa de proclamarse campeón de Italia.

Poco antes de la salida hacia México, Pietro Anastasi se vio obligado a renunciar.

En ese momento, Valcareggi se dio cuenta del descuido y no se limitó a convocar a un delantero en lugar de Anastasi, sino que decidió enviar a casa también al centrocampista Lodetti, para consternación del propio jugador e incredulidad de sus compañeros.

Luego llegaron dos delanteros: Pierino Prati y Roberto Boninsegna.

Pero ahí estaba… Prati era la ALTERNATIVA de Riva y así fue “Bonimba” quien jugó el Mundial de México junto al gran Gigi Riva.

Para Pierino no hay espacio, ni siquiera para un minuto en todo el torneo.

La siguiente temporada para Pierino sería excelente

19 goles (su récord personal), el segundo puesto en la tabla de máximos goleadores por detrás de Roberto Boninsegna y, sobre todo, una temporada sin un solo problema físico.

A los 25 años, Pierino había alcanzado la plena madurez psicofísica.

Sin embargo, la selección nacional siguió siendo un tabú o casi.

Cuando Riva se lesionaba, Pierino era siempre la primera alternativa, pero no había continuidad, por lo que resultaba difícil garantizar grandes actuaciones.

La temporada 1972-1973 sería la maldita.

Empezó con los mejores presupuestos (Pierino marcó 8 goles en los primeros 9 partidos oficiales de la temporada) luego llegó esa terrible pubalgia que le mantuvo prácticamente fuera el resto de la temporada… y cuando jugaba Pierino lo hacía con infiltraciones de analgésicos, para intentar aguantar el terrible dolor de pubis.

Su ausencia sería desgraciadamente decisiva para los rossoneri en el amargo final de campeonato perdido ante el Verona en la última jornada.

Al final de esa desafortunada temporada, el Milan decidió renunciar a Prati.

Una elección que no gustó a los rossoneri. Pierino sólo tenía 26 años y aunque sus problemas físicos (pubalgia in primis) le habían condicionado definitivamente en la temporada anterior, la decisión le pareció a la mayoría cuanto menos precipitada.

Pero algunos le acusan incluso de ser un “enfermo imaginario” y esto, un profesional serio y un futbolista valiente como Prati no puede aceptarlo.

La oferta de la Roma es importante.

Pierino fue a la capital. Marcó en su debut, pero a la Roma le costó arrancar y su pubalgia, aunque aliviada con infiltraciones y otros remedios. (incluyendo un protector de pubis tipo boxeador).

Entonces, a partir del séptimo día, llegó su verdadero mentor: el “Barón” Niels Liedholm, al que Pierino había entrenado en las categorías inferiores del AC Milan y al que siempre reconocerá el mérito de haberle mejorado tanto como futbolista.

Con él se relanzó Roma. En la segunda mitad de la temporada los resultados mejoraron significativamente y Prati también volvió a niveles aceptables, marcando 6 goles (serían 8 en total), 3 de los cuales llegaron en los últimos tres partidos.

Pero fue en la temporada siguiente cuando Prati volvió a ser el jugador que el pueblo milanés había querido y admirado tan visceralmente.

Los problemas físicos que sufrió le restaron movilidad y explosividad en la progresión, pero Pierino, persona inteligente y futbolista, se convirtió cada vez más en un delantero centro clásico, restringiendo su campo de acción esencialmente al área de penalti del adversario.

Sin embargo, esa temporada, que terminó con un total de 22 goles, iba a ser el canto del cisne para “Pierino el Peste”, que volvería a sumirse en sus problemas físicos la temporada siguiente.

Sin embargo, su relación con la afición de la Roma se ha convertido en algo especial.

El amor de los giallorossi por Prati nunca faltaría, ni siquiera en los momentos más tribales y difíciles.

La temporada 1976/77 sería la última de Pierino en la Roma.

Jugó con bastante regularidad (20 partidos), pero su aportación en la zona de gol fue menor de lo esperado: sólo 4 goles en la liga.

Al final de la temporada, Niels Liedholm volvió al banquillo del AC Milan y para Prati, con el nuevo entrenador Gustavo Giagnoni, no hubo lugar.

Se trasladó a la Fiorentina, pero para entonces sus mejores años habían quedado atrás.

Terminará su carrera en “su” Savona, donde nadie le ha olvidado.

A sus casi 35 años, Pierino Prati dice basta.

Con muchas satisfacciones fantásticas, con maravillosos recuerdos que llevar consigo, pero también con un gran interrogante sin resolver: “¿Qué podríamos haber hecho Riva y yo juntos?

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

Fueron Santin y Maldera (el primero de los tres hermanos futbolistas) quienes llevaron a Pierino Prati a la cantera rossonera, pues se fijaron en él jugando en el oratorio de Cinisello Balsamo.

A su llegada al AC Milan para darle la bienvenida está nada menos que Nils Liedholm, jefe de la cantera del Milan.

“¿Qué papel desempeñas, hijo?”, preguntó el “Barón” al joven Prati.

“Delantero”, respondió Prati, quien, venciendo el nerviosismo, añadió con contundencia: “¡Y mira que soy muy bueno! En el Inter me quieren a toda costa, ¡sólo que yo apoyo al Milan!”, sonriendo al sueco.

Dos semanas después, Pierino Prati firmaría su primera carta con el AC Milan.

Una de las grandes pasiones de Pierino Prati son los coches.

Es mayo de 1969, unos días antes de la final de la Copa de Campeones contra el Ajax. Paseando por el centro de Milán, el bombardero rossonero ve en una sala de exposiciones un Porsche Carrera 911 E de color azul oscuro, que destaca entre los demás coches expuestos.

Prati continuó su paseo, pero a estas alturas estaba perdidamente enamorado de aquel Porsche. Después de pensarlo varias veces, toma su decisión.

Vuelve a la sala de exposiciones y anuncia: ‘Si ganamos la Copa de Campeones el próximo miércoles, un minuto después pon el cartel de “VENDIDO”, porque en cuanto vuelva me lo llevo’.

El final lo sabemos todos.

También de ese final hay una hermosa anécdota, una de las muchas que se refieren a la extraordinaria figura que fue Nereo Rocco. Durante el trayecto en autocar entre el hotel y el Santiago Bernabéu la tensión se cortó con un cuchillo. No vuela ni una mosca.

En ese momento, el entrenador de Trieste se levantó, miró a sus jugadores a los ojos y sentenció: ‘Mirad, los que tengan miedo esta noche será mejor que se queden en el autobús. Esta noche no necesitamos ningún pelele”.

Los jugadores llegan al Bernabéu, se dirigen al vestuario y comienzan a prepararse.

Sólo falta una persona.

Nereo Rocco, ¡todavía sentado en el autocar!

Tener que dejar Milán por Prati fue un golpe terrible.

La pubalgia había condicionado sus actuaciones durante al menos un año, pero al no tener ni 27 años, hay tiempo para solucionar el problema y volver a jugar al más alto nivel.

Quien no lo cree es el presidente del Milan, Albino Buticchi, que además de no entender nada de fútbol probablemente tenga más interés en su cartera que en el destino de los rossoneri.

Los únicos que pueden “cobrar” son Prati y Rivera. Vender a Rivera supondría un linchamiento por parte de la afición rossonera mientras que para Prati, con el pretexto de su estado físico, se hace más factible.

Prati fue vendido a su pesar a la Roma, donde, tras un comienzo problemático debido a una antigua enfermedad, volvió a expresarse a un nivel excelente, creando una afinidad con los giallorossi que nunca se ha olvidado.

Lo quería a toda costa en el Roma el nuevo entrenador giallorossi Manlio Scopigno, conocido como “el filósofo” por su cultura e inteligencia poco comunes en el mundo del fútbol.

Sólo tres años antes, Scopigno había ganado el campeonato con el Cagliari y ahora pensaba en Pierino Prati como entonces consideraba a Gigi Riva: el hombre que podía devolver a la Roma a la cima con sus goles.

En una de sus primeras ruedas de prensa, el brío de Scopigno volvió a aparecer.

A la pregunta de un periodista sobre cómo pensaba utilizar a Prati, el entrenador giallorossi respondió: “¿Prati? Prati lo pondré en el banquillo. Es tan valioso para nosotros que no quiero que se rompa.

En la Roma Prati, como se ha dicho, se reunió con Nils Liedholm.

En la temporada 1974-1975 los problemas físicos quedaron finalmente atrás. Prati volvió a ser el gran delantero que los aficionados conocen.

Ahora, sin embargo, el problema era otro.

Tras diez partidos de liga, Pierino sólo ha marcado un gol.

Sacó postes, centros, dio asistencias a sus compañeros, falló un penalti y le anularon dos goles normales.

Para Liedholm sólo hay una explicación: su delantero centro tiene mal de ojo.

Una mañana temprano, “el Barón” recoge a Prati en su coche y lo lleva a las afueras. Los dos entran en un piso donde les espera una señora con una palangana llena de agua y que empieza a hablar del terrorista de los Giallorossi, entrando en detalles desconocidos para la mayoría.

Pierino está muy impresionado.

El domingo siguiente, 22 de diciembre de 1974, la Roma se enfrentó al Cesena en el Estadio Olímpico. Los giallorossi ganaron por dos goles a cero, ambos marcados por el redescubierto número 9 giallorossi.

“¿Has visto cómo sirve Piero?”, le dijo Liedholm al final del partido.

“Aparentemente sí”, le respondió Prati.

“Sólo que todavía me pregunto cómo sabía todas esas cosas sobre mí…”, dice Prati dudoso a su Mister.

“Bueno, eso es simple. El día anterior a nuestra visita la llamé y se lo conté todo yo mismo”, le responde Liedholm con su sonrisa seráfica.

Pierino Prati se fue hace poco más de dos años. Fue convocado allí, donde alguien está reconstruyendo un equipo nacional con los mejores. Con Pietro Anastasi, Mariolino Corso, Giacinto Facchetti, Roberto Rosato, Tarcisio Burgnich y con dos campeones del mundo como Gaetano Scirea y Paolo Rossi.

Fue el ídolo absoluto de mi infancia. El Milan o la Roma podrían no haber ganado… lo importante para mí era que marcaba.

Gracias a esa maravillosa persona que es Cristiano Prati, su hijo (el ADN no es una opinión dirían algunos) más o menos un año antes de la muerte de Pierino me puso en contacto por teléfono con el ídolo de mi infancia. La emoción de esa charla la llevaré dentro de mí para siempre.

Descansa en paz Pierino y que sepas que aquí abajo somos muchos los que te queríamos.